COVID-19 Gated Communities and Urban Resilience.

A Comparative Outlook between China and Colombia

Investigadores: Dr. Eugenio Mangi, Prof. Ali Cheshmehzangi & Dr. Giaime Botti (Universidad de Nottigham Ningbo China)

En su artículo COVID-19, Gated Communities, and Urban Resilience: A Comparative Outlook between China and Colombia (COVID-19, Fraccionamientos Cerrados, y Resiliencia Urbana: Una Perspectiva Comparativa entre China y Colombia)[1]­­­­ el Dr. Eugenio Mangi, Prof. Ali Cheshmehzangi y el Dr. Giaime Botti[2] examinaron la relación entre el diseño y morfología urbana y los efectos de la pandemia de COVID-19 en Shanghái y Bogotá.

Desde el establecimiento de las primeras ciudades, la alta concentración de personas y las deficiencias sanitarias contribuyeron a brotes de enfermedades infecciosas, como la tuberculosis y el cólera; como consecuencia, desde el siglo XIX la planeación urbana ha estado entretejida con la salud pública. Hoy en día, este aspecto puede ser incluido en el marco conceptual de la resiliencia urbana: la capacidad de los individuos, comunidades, instituciones, empresas y sistemas de una ciudad para sobrevivir, adaptarse y crecer sin importar que experimenten estreses crónicos y/o crisis agudas, como la presenta pandemia de COVID-19. Hay muchos factores sociales, culturales, etc., que determinan la resiliencia o vulnerabilidad de las ciudades ante brotes de enfermedades infecciosas y las consecuencias sociales y económicas de las mismas; uno de estos factores corresponde a la planeación, diseño y forma urbana. Bajo esta visión, los autores del estudio se enfocaron en el impacto del diseño y planificación de los fraccionamientos cerrados (junto con sus medidas de manejo sanitario) y en su potencial para reducir la transmisión de enfermedades infecciosas.

Los fraccionamientos cerrados se refieren a comunidades residenciales donde el acceso es permitido únicamente a residentes y personas autorizadas. Aunque los efectos (tanto positivos como negativos) de los fraccionamientos se han estudiado y discutido ampliamente en otros medios, es un hecho que en las últimas décadas se han establecido números importantes de estas comunidades en ciudades alrededor del mundo. Para su estudio, los investigadores seleccionaron nueve fraccionamientos cerrados en Shanghái, China y en Bogotá, Colombia, y los caracterizaron en términos de control de acceso, presencia de comercios, y áreas comunes y recreativas, entre otros, y relacionaron estas propiedades con la transmisión del COVID-19.

En Shanghái, los fraccionamientos aumentaron el control de la movilidad al habilitar únicamente un punto de acceso y restringir más rigurosamente la entrada. Además, los porteros registraban la temperatura corporal de los residentes para poder detectar posibles síntomas de COVID-19. Finalmente, el gobierno reforzó la vigilancia en los fraccionamientos para evitar la movilidad de individuos en cuarentena o que fueran portadores del virus. En contraste, en Bogotá la seguridad privada de los fraccionamientos no tenía la responsabilidad de realizar estos controles, y en la ausencia de una reglamentación clara al respecto, cada comunidad decidió de forma individual cómo enfrentar la pandemia. Críticamente, los administradores de los fraccionamientos de Colombia tampoco tenían la competencia legal para hacer cumplir medida alguna, por lo que incluso surgieron denuncias contra algunas administraciones de comunidades y condominios por abuso de autoridad al imponer algunos reglamentos.

Fraccionamientos en Shanghái

En los fraccionamientos de Shanghái, los límites físicos de los mismos integran locales comerciales con acceso tanto hacia el exterior como al interior del fraccionamiento. Esto permite a los residentes adquirir bienes básicos y alimentos sin salir de la comunidad, evitando que se expongan a mercados o establecimientos exteriores aglomerados y así limitando la posibilidad de transmisión del virus. Por otro lado, en Bogotá los fraccionamientos generalmente no incluyen actividad comercial en su interior ni en su perímetro; y aunque hay tiendas de abarrotes y de otros bienes a cortas distancias del fraccionamiento, sí es necesario salir. La inclusión de comercios dentro de los fraccionamientos cerrados contribuye a la resiliencia del sistema, no sólo al facilitar que los residentes tengan acceso a bienes básicos y limiten el número de personas con las que tienen contacto, sino que además aseguran los ingresos para los negocios incluso durante periodos difíciles.

Fraccionamientos en Bogotá

En ambas ciudades estudiadas, la proporción entre áreas exteriores y construidas fue similar, aunque con diferencias cualitativas relacionadas al paisajismo, como la configuración de áreas verdes, caminos, patios y presencia de árboles. En los fraccionamientos Shanghái, son comunes las instalaciones deportivas tanto al aire libre como en interiores, como canchas de tenis, albercas y gimnasios; en Bogotá, el tipo de instalaciones deportivas disponibles es más variable entre fraccionamientos, generalmente incluyendo alguna combinación de terrazas, gimnasios, albercas techadas y canchas deportivas (comúnmente de básquetbol). Tanto en Shanghái como en Bogotá, las áreas comunes y deportivas al aire libre brindan a los residentes de todas las edades oportunidades de esparcimiento y recreación sin la necesidad de entrar en contacto con personas ajenas a su comunidad.

En China, el tipo de transmisión está clasificado como cluster, o grupos de casos (Fase 3), y el número de casos documentados de COVID-19 es de aproximadamente 90,000 (al momento de escritura del artículo). En Colombia, el tipo de transmisión es comunitaria (Fase 4) y los casos superan los 500,000 (al momento de escritura del artículo). Hay numerosos factores que contribuyen a estas diferencias en transmisión entre los dos países, como las diferencias en las medidas de prevención y en la implementación de las mismas, el comportamiento de la población, y muchos otros; pero las morfologías urbanas de Shanghái y Bogotá sin duda han jugado un papel crítico en la resiliencia de las ciudades ante la pandemia. En específico, los fraccionamientos cerrados en estas dos ciudades comparten aspectos importantes, como la disponibilidad de áreas verdes y recreativas para los residentes; pero en otros aspectos difieren, como la posibilidad de satisfacer las necesidades básicas de los residentes sin tener que salir de la comunidad. Los autores concluyen que la provisión de servicios críticos y de esparcimiento incluso durante periodos de aislamiento, junto con la implementación de medidas de prevención por instituciones locales a través de la administración de los fraccionamientos, pueden ser una herramienta efectiva para contener brotes de enfermedades infecciosas y aumentar la resiliencia de las ciudades por medio de la planificación urbana.


[1] Publicado en el libro COVID-19 and Cities: Experiences, Responses, and Uncertainties (COVID-19 y las Ciudades: Experiencias, Respuestas e Incertidumbres; eds. Dr. Miguel Montoya, Dr. Daniel Lemus, Dr. Johannes Rehner y Dra. Aleksandra Krstikj).

[2] Del Department of Architecture and Built Environment (Departamento de Arquitectura y Ambiente Construido) de la University of Nottingham Ningbo China (UNNC; Universidad de Nottigham Ningbo China), y del Centre for Sustainable Energy Technologies (CSET – Centro de Tecnología Energética Sostenible), UNNC.