Sistemas alimentarios y ecología urbana.

Investigadores: Dra. Alessandra Cireddu & Mtro. Rodrigo Ochoa Jurado.

Los sistemas alimentarios globales están lejos de ser sostenibles y actualmente enfrentan grandes retos ante la reciente crisis mundial, una población creciente y el detrimento socioambiental. Gran parte del sistema alimentario depende de combustibles fósiles, de la disponibilidad de agua y de la fertilidad del suelo, por ello la disminución en los suministros de petróleo, agua dulce y fertilidad están amenazando la viabilidad futura del sistema alimentario alrededor de las ciudades del mundo. Los impactos ambientales adversos, la contaminación del agua subterránea, la destrucción del hábitat, la degradación y pérdida del suelo, así como las enormes emisiones de gases de efecto invernadero – generadas por la agricultura – que contribuyen al calentamiento global, son, indiscutiblemente, temas urgentes que atender (Heinberg, 2003; Roberts, 2004; Brown, 2012; Moreau et al., 2012; Mullinix wt al., 2016; Ochoa-Jurado, 2018).

Pensando en la construcción de ciudades saludables ante el escenario de crisis actual, los sistemas alimentarios locales en el entorno periurbano resultan fundamentales; ya que dichas periferias pueden desempeñar un rol importante en las cadenas de suministro inmediato a la urbe, configurándose como parte importante del ecosistema urbano.

En la planeación urbana de los contornos periurbanos, hay un borde donde convergen estructuras urbanas y parcelas rurales, pero existe una omisión desconcertante en el tratamiento técnico con que el ordenamiento territorial debería considerar estos márgenes espaciales. En un pasado reciente, la Asociación Americana de Planificación (APA, por sus siglas en inglés) declaró que entre los elementos esenciales para la vida –aire, agua y refugio– también están los alimentos, pero la falta de su gestión y ordenamiento en el territorio resulta ser una grave ausencia. Este vacío conceptual e instrumental provocó el diseño de varias políticas regionales nuevas de planificación de alimentos y producción, así como urgir a poner atención en la planificación alimentaria comunitaria y regional (APA, 2007).  

Distintos autores (Lara Valle, J.J., 2005; Živanović Miljković et al. 2012, entre otros) han subrayado la importancia de incluir los bordes periurbanos o franjas rururbanas y sus actividades agrícolas como recursos estratégicos para impulsar la sostenibilidad de las ciudades, incluyendo la agricultura urbana, y autores como Van der Ploeg (2014) han documentado ampliamente las contribuciones multifuncionales de las fincas familiares rurales, pero no de las periurbanas. Es por ello que se propone una línea de investigación en el Observatorio Urbano que analice, proponga y defina políticas públicas e instrumentos que permitan la consolidación de dichas zonas productivas y que contribuyan al ordenamiento territorial y la planeación urbana.

Los sistemas alimentarios locales se caracterizan por una autosuficiencia alimentaria, que se define como la capacidad de satisfacer las necesidades alimentarias regionales con productos cultivados localmente. Se ha concluido que estos sistemas  tienen un mayor beneficio social al contrario de los circuitos grandes, dependientes de importaciones comerciales de alimentos industrializados (Halweil, 2002; Conell et al., 2008; Mettepenningen et al.,2012); también reducen los impactos ambientales negativos asociados con el traslado de los alimentos de la granja a la mesa (Horrigan et al., 2002; Ikerd, 2004); mejoran la salud, la nutrición y la seguridad alimentaria de la comunidad (Enshayan et al., 2004; Meehan et al., 2008; Matt et al., 2013), finalmente, también fortalecen las economías locales (Morales-Hernández y Alvarado, 2018).

Al centro de estos sistemas alimentarios locales periféricos, se encuentran diversas unidades de producción, entre ellas las Fincas Agroecológicas Periurbanas, un modelo que aporta producción alimentaria además de diversos beneficios socioambientales, siendo lugares de biodiversidad, lugares de reproducción de semillas orgánicas, y refugio a polinizadores, además de otras funciones ambientales propias del paisaje rururbano. Adicionalmente generan diversos beneficios socioeconómicos como creación de empleos para las labores agroecológicas que se requieren, además que estas unidades de producción mantienen el control directo de la venta de sus productos, y también son espacios de beneficio socio territorial al conjuntar el lugar del trabajo con el lugar donde se desarrolla la vida familiar.

En contraste, el modelo industrial-comercial de producción y distribución de alimentos es un sistema extractivista nocivo que genera deterioro ambiental. La producción de monocultivos disminuye las variedades genéticas, además de impactar en una menor generación de empleo por la sustitución de mano de obra por maquinaria y endeudamiento de los agricultores para adquirirla, así como una mayor especulación de la tierra y considera la alimentación una mercancía y no un derecho, con sus consecuencias socioterritoriales, ocasionando en muchos casos, el abandono de trabajar la tierra por la sobreexplotación. También existe evidencia de que los cultivos de los vegetales de la agricultura industrializada presentan una disminución de nutrientes en los alimentos. Davis, de la Universidad de Texas, identifica una “dilución de nutrientes”, (Davis, 2009), ya que los métodos agroindustriales de mejora del rendimiento agrícola tienden a disminuir la densidad de nutrientes. Además, los datos publicados en investigaciones científicas concluyen que, en el incremento de enfermedades relacionadas con una mala alimentación, los factores de dieta están asociados con 4 de las 10 causas de muerte – enfermedades coronarias, algunos tipos de cáncer, derrame cerebral y diabetes tipo 2 – y existe abundante evidencia científica que sostiene que, una buena alimentación está ligada a la salud (Robinson, 2008).

Por todas estas razones es importante y urgente salvaguardar las Fincas Agroecológicas Periurbanas, reconociendo su importancia en un sistema urbano integrado, social, biológica y físicamente complejo. Mientras los estudios de ecología urbana se han centrado prevalentemente en los aspectos ecológicos o ambientales del paisaje, y aunque se reitera la importancia de integrar los aspectos sociales, éstos tienden a ser vistos sólo en una relación de causa-efecto (cómo las sociedades urbanas afectan y/o son afectadas por los procesos ecológicos), es fundamental entender que los sistemas agrícolas hacen más que simplemente brindar servicios de aprovisionamiento, dado que también proporcionan una red de servicios de apoyo y regulación, como la fertilidad del suelo, el control de plagas y la polinización (Robertson y Swinton, 2005; Zhang et al., 2007), además de servicios culturales, mediante la educación, entrenamiento y lugares de intercambio del conocimiento y desarrollo de experiencia para fortalecer el capital social. Conocer la manera en cómo se están produciendo los alimentos en las periferias de las ciudades, en el anillo de suministro inmediato podría arrojar hallazgos para fortalecer políticas públicas e instrumentos de planeación y ordenamiento territorial que permitan poner en perspectiva estas variables en el territorio.

Varias ciudades han reconocido la importancia de la integración de la agricultura urbana y periurbana en la planificación de los asentamientos humanos, para el fortalecimiento de sus sistemas alimentarios inmediatos y los han incluido en la agenda de las políticas públicas. Algunos investigadores sostienen que colocar los sistemas alimentarios en el centro de la agenda permitirá un mejor suministro de alimentos sostenible y resistente en el futuro (Pothukuchi y Kaufman, 2000; Morgan, 2014; Mullinix wt al., 2016; Ochoa-Jurado, 2018). Sin embargo, en México aún falta recorrer mucho camino para el reconocimiento de los sistemas de producción local en la normativa y planeación urbana, en este sentido en las siguientes publicaciones se continuará generando material que permita definir y conocer políticas públicas con metas que respondan a una estrategia claramente agroecológica, basada en principios que impidan su cooptación y que orienten eficazmente la acción pública por el camino de la sostenibilidad reconciliando la ecología urbana propia de la ciudad.

El régimen alimentario sostenible no será posible sin el establecimiento de un nuevo modelo democrático de gobernanza alimentaria que tome decisiones sobre qué se come, cómo se produce, cómo se distribuye a los ciudadanos y cómo se organizan en el territorio estos lugares de producción y suministro alimentario.

Elaboración propia

Bibiografía:

Brown, L. R., (2012). Full Planet, Empty Plates: The New Geopolitics of Food Securi-ty. The Earth Policy Institute, WW. Norton & Company Inc. New York.

Connell, D.J., Smithers, J., and Joseph, A., (2008). “Farmers’ Markets and the ‘Good Food’ Value Chain: A Preliminary Study,” Local Environment 13, no. 3. Pp. 169–85.

Davis, D. R. (2009). Declining fruit and vegetable nutrient composition: What is the evidence? HortScience, 44(1), 15-19.

Enshayan, K., Wilhelm, W., and Clancy, K., (2004). “Local Food, Local Security,” Renewable Agriculture and Food Systems 19, no. 1. Pp. 2–3.

Halweil, B., (2002). “Home Grown: The Case for Local Food in a Global Market,” November 2002. Obtenido de: http://www.worldwatch.org/system/files/EWP163.pdf.

Heinberg, R., (2003). The Party’s Over: Oil, War and the Fate of Industrial Societies, first edition (Gabriola Island, BC: New Society Publishers.

Horrigan, L., Lawrence, R.S., and Walker, P., (2002). “How Sustainable Agriculture Can Address the Environmental and Human Health Harms of Industrial Agriculture,” Environmental Health Perspectives 110, no. 5. Pp. 445–56.

Ikerd, J.E., (2004). “The Globalization of Agriculture: Implication for Sustain-ability of Small Horticultural Farms,” XXVI International Horticultural Congress: Sustainability of Horticultural Systems in the 21st Century. Pp. 399–410. Obtenido de:  http://www.actahort.org/books/638/638_51.htm.

Lara Valle, J.J. (2005). “El consumo del uso de suelo urbano en la franja rururbana de Granada 1960-1990”. En La ciudad: tamaño y crecimiento. Rafael Domínguez Rodríguez (coordinador). Alicante: Actas del III Coloquio de Geografía Urbana.

Matt, D., Pehme, S., Peetsmann, E., Luik, A., and Meremäe, K., (2013).“Pesticide Residues in Estonian Local and Imported Food in ENDNOTES 752008–2011,” Acta Agriculturae Scandinavica, Section B – Soil & Plant Science 63. Pp. 78–84.

Meehan, M., Yeh, M., and Spark, A., (2008). “Impact of Exposure to Local Food Sources and Food Preparation Skills on Nutritional Atti- tudes and Food Choices Among Urban Minority Youth,” Journal of Hunger & Environmental Nutrition 3, no. 4. Pp. 456–71.

Mettepenningen, E., Vandermeulen, V., y Van Huylenbroeck, G., (2012). “Rural Development and Local Agri-Food Systems: A New Paradigm,” Local Agri-Food Systems in a Global World: Market, Social and Envi-ronmental Challenges, eds. F. Arfini, M. C. Mancini, and M. Donati (Newcastle upon Tyne: Cambridge Scholars Publishing, Pp. 49–65.

Morales-Hernández J., Alvarado Castro E., (2018) Las agriculturas periurbanas y multifuncionales: su relevancia en la construcción de la sustentabilidad regional. Complexus 8. Los espacios rurales y la ciudad: agriculturas periurbanas y sustentabilidad en el Area Metropolitana de Guadalajara, México. ITESO 2018.

Moreau, T., Moore, J., and Mullinix, K., (2012). “Mitigating Agricultural Greenhouse Gas Emissions: A Review of Scientific Information for Food System Planning,” Journal of Agriculture, Food Systems, and Community Development 2, no. 2. Pp. 237-246.

Morgan, K., (2014). Nourishing the city: The rise of the urban food question in the Global North. Urban Studies. First published on May 21. 2014.

Mullinix, K., Dorward, C., Sussmann, C., Polsub, W., Smukler, S., Chiu, C., Rallings, A., Feeney, C. y Kissinger, M. (2016). The Future of Our Food System: Report on the Southwest BC Bioregion Food System Design Project. Richmond, Columbia Británica, Canadá: Institute for Sustainable Food Systems/Universidad Politécnica de Kwantlen.

Ochoa-Jurado R., (2018) Poner fin al hambre, conseguir la seguridad alimentaria, una mejor nutrición y promover la agricultura sostenible. Capítulo 2. En libro: #Narraciones sobre Sostenibilidad” PNUD. Ed. Tirant Humanidades. Octubre 2018. ISBN 978-84-17203-85-6

Pothukuchi, K., and Kaufman J., (2000). The Food System: A stranger to the planning Field” Journal of the American Planning Association, v. 66 (2): 113-123.

Roberts, P., (2004). The End of Oil: On the Edge of a Perilous New World, first edi-tion (New York, New York: Houghton Mifflin Company.

Robertson G.P., y Swinton S.M., (2005). Reconciling agricultural productivity and environmental integrity: a grand challenge for agriculture. Front Ecol Environ, 3, pp. 38-46.

Robinson, T. (2008). Applying the socio-ecological model to improving fruit and vegetable intake among low-income African Americans. Journal of community health, 33(6), 395-406.

Zhang, W., Ricketts, T.H., Kremen, C., Carney, K., Swinton S.M., (2007). Ecosystem services and dis-services to agricultura. Ecol Econ, 64, pp. 253-260.

Živanović Miljković, J.- Crnčević, T.- Marić, I. (2012). Land use planning for sustainable development of peri-urban zones. En Spatium, International Review No. 28, December, pp.15-22.

Fotografías: Rodrigo Ochoa Jurado