The long-lasting effects of the Covid-19 pandemic on poverty, inequality and the 2030 Agenda in Latin America.
Investigadores: Dra. Ana Luiza Matos & Ana Paula Emidio (Universidade Federal de Minas Gerais)
En su capítulo “The great equalizer?” The long-lasting effects of the Covid-19 pandemic on poverty, inequality and the 2030 Agenda in Latin America, (¿El gran igualador?’ Los efectos a largo plazo de la pandemia de COVID-19 sobre la pobreza, inequidad y la Agenda 2030 en América Latina) Ana Luíza Matos de Oliveira y Ana Paula Emídio argumentan que además de tener un impacto socioeconómico y sanitario desigual sobre la población latinoamericana, la pandemia de COVID-19 tendrá efectos a largo plazo sociales, económicos y sobre el desarrollo sostenible.
En 2015 la comunidad internacional estableció la Agenda 2030: para el año 2030, se plantearon alcanzar 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Los 17 ODS giran en torno a temas sociales, económicos y ambientales, entre ellos los ODS 1 (“Fin de la Pobreza”), 10 (“Reducción de las desigualdades”) y 11 (“Ciudades y Comunidades Sostenibles”). Análisis previos al 2020 ya concluían que América Latina necesitaría cambios fundamentales en políticas públicas para alcanzar las ODS en la fecha propuesta. Otras proyecciones mostraban que, de mantenerse el ritmo actual, no se cumplirían ni en 50 años. Aunado a este atraso preexistente están las nuevas disrupciones causadas por la pandemia, por lo que es ahora necesario replantear la resiliencia de los ODS para poder cumplirlos.
Tras la llegada del COVID-19 a América Latina, se proyectaba que el PIB de la región caería hasta en 9.3%. Las exportaciones, remesas, actividad turística, y el sector informal se vieron gravemente afectados. Además, América Latina tendría una recuperación económica más lenta que los países del Norte. El índice de desempleo alcanzó más del 13% (44 millones de personas), y los programas sociales fueron incapaces de mantener los ingresos de los trabajadores desempleados. Tanto por la naturaleza de sus empleos como por falta acceso a equipos de cómputo e internet, no fue posible para todos trabajar desde casa.
Se observaron diferencias en las tasas de contagio dependiendo de las condiciones de vivienda, en donde las personas viviendo en las orillas de las urbes fueran particularmente vulnerables. En los alrededores de las grandes ciudades, el hacinamiento imposibilitó el distanciamiento social; la falta de acceso a servicios e información oficial y confiable sobre el uso de cubrebocas y otras medidas de prevención dificultó la implementación de medidas de sanidad; y la dependencia económica del comercio informal y la necesidad de continuar trabajando (sin posibilidad de hacerlo remotamente) aumentaron la exposición al virus. Por ejemplo, en São Paulo, las personas que viajaban al trabajo en transporte público tenían mayor probabilidad de ser hospitalizadas y de morir por COVID-19; y en México, 7 de 10 personas que fallecieron por la enfermedad tenían educación primaria y empleo informal.
El Informe sobre los Objetivos de Desarrollo Sostenible 2020 considera que la pandemia tendrá un efecto “mixto o moderadamente negativo a corto plazo” sobre el ODS 11 (Ciudades y Comunidades Sostenibles), gracias a la disminución en niveles de contaminación en ciudades. Sin embargo, Matos de Oliveira y Emídio argumentan que el pronóstico es mucho más grave. Las áreas urbanas presentaron más del 90% de los casos de COVID-19 a nivel mundial; en América Latina se deben recalibrar la planeación y desarrollo urbano para que el ODS 11 no quede fuera del alcance por completo. Debido a la heterogeneidad y las complejas condiciones de las urbes de América Latina, es necesario colectar datos actuales y detallados para poder desarrollar estrategias adecuadas, a corto y largo plazo, para enfrentar los problemas causados y agravados por la pandemia.
Estas disrupciones causadas por la pandemia no son temporales, sino que re definirán una nueva norma; por lo tanto, el concepto de resiliencia –regresar al punto donde ya se encontraba América Latina– no es el más adecuado para sobrellevar las afectaciones por la pandemia y alcanzar los ODS. Los problemas de inequidad económica y geográfica se han amplificado, aunque su alcance completo queda por verse. Los jóvenes que no tienen acceso a la educación a distancia podrían verse afectados por el resto de sus vidas; el aumento de la violencia doméstica podría agravar la inequidad de género a largo plazo; la falta de empleos podría afectar más adelante a los jóvenes que no pudieron entrar a la fuerza laboral; y de esta forma, muchas otras desigualdades raciales, regionales y sociales podrían reforzarse a largo plazo.
Existen varias propuestas para combatir la desigualdad en América Latina y evitar una recuperación económica en forma de “K”, en donde algunos grupos se recuperen mientras los más vulnerables siguen decayendo. Una propuesta es el ingreso básico universal, que tiene un efecto multiplicador (las personas tienden a gastar su ingreso básico, lo que a su vez aumenta, o multiplica, los ingresos) y además genera un colchón de seguridad para los más vulnerables sin implementar otros programas de asistencia. En la ciudad de Maricá, Brasil, los residentes más pobres reciben un monto mensual en Mumbucas, moneda que sólo se puede utilizar dentro de la ciudad. Además de estimular la economía local e incrementar la colecta de impuestos, durante los primeros meses de la pandemia fue posible aumentar el monto ingreso básico a más del doble, beneficiando a decenas de miles de personas en situaciones vulnerables. En cuanto a planificación urbana, es necesario el acceso inclusivo a espacios públicos de calidad, servicios urbanos, y transporte público. Para eso deben considerarse las áreas urbanas como una unidad, y no como una dicotomía de “ciudad formal” (zonas céntricas, con mayor y mejor planeación) y “ciudad informal” (zonas aledañas, marginalizadas). Finalmente, a largo plazo es necesario alcanzar un “mejor PIB”, en donde el PIB no esté tan atado a actividades que causen daño ambiental y puedan contribuir a desatar más pandemias a futuro. Esto no sólo es necesario para preservar el ambiente, sino que además, expertos en el tema estiman que es varias órdenes de magnitud más barato evitar este daño ambiental que afrontar los costos de otra pandemia como la del COVID-19.
Incluso antes de la pandemia, para lograr la Agenda 2030 en América Latina, era necesaria intervención pública. Ahora, las políticas públicas deberán diseñarse tomando en cuenta la nueva realidad de las desigualdades post-pandemia para que estos impactos sociales negativos no se continúen magnificando.
[1] Publicado en el libro COVID-19 and Cities: Experiences, Responses, and Uncertainties (COVID-19 y las Ciudades: Experiencias, Respuestas e Incertidumbres; eds. Dr. Miguel Montoya, Dr. Daniel Lemus, Dr. Johannes Rehner y Dra. Aleksandra Krstikj).
[2] Dr. Ana Luíza Matos de Oliveira is an economist (Universidade Federal de Minas Gerais), MSc and PhD in Economic Development (Universidade Estadual de Campinas). She is a visiting Professor at FLACSO – Brasil. Email: almatosdeoliveira@gmail.com
[3] Ana Paula Emídio is an Architect & Urban Planner (Universidade Federal de Minas Gerais) with extensive professional practice designing masterplans and urban infrastructure projects in cities all over Brazil. She currently works in housing development for the South region of the country. E-mail: anapaula.emidio@gmail.com.