Appropriate Population Mobility Management in Epidemic

Investigadores: Dr. Yuan Ren (Fudan University)

En su capítulo COVID-19, Appropriate Population Mobility Management in Epidemic

(COVID-19, Manejo adecuado de la movilidad de la población en caso de epidemia) el  Dr. Yuan Ren explora la importancia de fortalecer la gestión de riesgos, mejorar la resiliencia y la gobernanza urbana en las megaciudades en el contexto de la rápida urbanización en China.

En tan sólo unos meses, el COVID-19 se extendió hasta convertirse en una grave crisis de salud pública a escala nacional y posteriormente mundial. Esta crisis enfatizó los complejos desafíos que enfrentan las megaciudades de alta densidad en medio de una rápida urbanización y la urgente necesidad de mejorar las políticas públicas correspondientes. Este artículo analiza las relaciones entre la concentración de la población y la concentración del riesgo en las megaciudades, y las necesidades y límites de la gestión de la movilidad de la población ante los desafíos de la transmisión del virus. Este trabajo sostiene además que la buena planeación urbana debería fortalecer el control de riesgos, aumentar la resiliencia y mejorar la eficacia de la política pública.

Las megaciudades son aquellas con gran tamaño, densidad y movilidad poblacional. Además de ser vulnerables ante el contagio de enfermedades como fue el caso con el COVID-19, las megaciudades también son nodos de la conectividad urbana global, lo que puede facilitar la propagación de enfermedades en todo el mundo. Por lo tanto, el control de la movilidad de la población juega un papel necesario para frenar la propagación de una epidemia, especialmente en la etapa inicial del brote. Los “cierres urbanos” (lockdowns), como los que se llevaron a cabo en Wuhan y Hubei, son estrategias temporales; la velocidad a la que se propaga el virus se reduce debido a la ralentización de la movilidad, lo que a la vez alarga la ventana de tiempo para controlar el brote. Sin embargo, la gestión de la movilidad de la población es sólo una respuesta de emergencia a las condiciones externas de transmisión de enfermedades. Ralentizar la movilidad urbana a través del encierro, el distanciamiento social, y pedir a las personas que se queden en casa y se aíslen, no constituyen una solución permanente ni completa.

De cierta forma, el acto de controlar la movilidad de la población en las megaciudades es incompatible con la naturaleza de las operaciones de las mismas. También existen efectos secundarios asociados si se ralentiza o contiene la movilidad de la población y las operaciones urbanas; esto puede reducir la eficiencia del funcionamiento de la ciudad y producir otros problemas: desempleo, desaceleración económica, etc. Por lo tanto, para abordar los riesgos para la salud pública en las megaciudades, es necesario fortalecer los servicios urbanos de salud pública y desarrollar políticas públicas que describan planes de acción para situaciones de crisis.

A medida que las ciudades aumentan de tamaño, los riesgos a los que están expuestas crecen exponencialmente; mientras tanto, la capacidad de las megaciudades para hacer frente a los riesgos también crece de la misma manera. La riqueza, la difusión de información, las economías de escala de los servicios públicos, y la gestión normativa e institucionalizada tienen efectos positivos en el manejo de riesgos. Como resultado, las megaciudades tienen tasas de mortalidad por enfermedades significativamente más bajas, mayor seguridad sanitaria, mejor protección social y una capacidad significativamente mejor para hacer frente a la pandemia en comparación con otras áreas.

Las herramientas tecnológicas ahora pueden compensar algunos de los efectos adversos de la pérdida de movilidad. Una proporción cada vez mayor de actividades económicas y sociales se puede realizar en línea. De hecho, la epidemia ha sido fundamental para acelerar el desarrollo de la economía en línea basada en la información o la economía de plataformas, y estos desarrollos serán útiles para la reestructuración industrial y los cambios sociales futuros. Sin embargo, sigue siendo necesario cierto grado de movilidad para respaldar adecuadamente el funcionamiento eficaz de las megaciudades y, a mayor escala, los países.

La gestión precisa de la movilidad de la población debería, por un lado, ayudar a mejorar la eficacia de la prevención de epidemias y, por otro, esforzarse por mantener el desarrollo económico y social. En lugar de limitarse simplemente a restringir la movilidad de la población en todo el país de forma uniforme, se pueden usar herramientas científicas para analizar la velocidad y tendencias de la propagación del virus, con el fin de evaluar los riesgos por niveles y hacer ajustes oportunos y dinámicos de la gestión de la movilidad de la población para optimizar la prevención de epidemias. Las estrategias de gestión de la movilidad incluyen la cancelación de grandes concentraciones públicas, la cancelación de eventos públicos, la limitación del transporte público y la reducción de salidas, según el nivel de alerta. La clave para la restauración gradual de la movilidad de la población es tener información precisa y dinámica sobre la epidemia de COVID-19 para que los tomadores de decisiones puedan emitir juicios precisos. Una evaluación multinivel de los riesgos epidémicos permitirá la recuperación gradual del período de emergencia y avance hacia un estado normalizado.

Se debe prestar especial atención a los riesgos morales potenciales en la gestión de la movilidad de la población. Para el público, debemos difundir conocimientos sobre la prevención de transmisión y fomentar la solidaridad social, pero no la exclusión social, a fin de evitar la aparición de un etiquetado geográfico discriminatorio de grupos.

Las aplicaciones tecnológicas y el uso del big data pueden mejorar enormemente las capacidades de control de brotes y gestión de emergencias. Por ejemplo, el teléfono móvil de las personas puede proporcionar los datos sobre la posición espacial dinámica de las personas, por lo que el gobierno y la compañía de comunicaciones están técnicamente disponibles para rastrear los movimientos de las personas y determinar el riesgo de infección viral acorde a ellos. Sin embargo, esto abre camino a otra preocupación que surge de combinar las innovaciones tecnológicas y el control de la epidemia urbana: equilibrar los conflictos entre la privacidad de los datos personales y las necesidades de la gestión de la salud pública. Un balance adecuado logrará eficiencia de prevención, impulsando una gestión urbana ética y respetuosa de la ley.

Algunas lecciones que aprendimos sobre la gestión de la movilidad de la población durante la pandemia de COVID-19 incluyen: 1) la adopción de ajustes dinámicos basados ​​en evaluaciones de riesgos multinivel oportunos; 2) estandarizar la gestión de la movilidad de acuerdo con el estado de derecho; 3) utilizar mejor el big data y las innovaciones tecnológicas para implementar un rastreo y prevención de epidemias. 

Los numerosos problemas dentro del sistema de gestión de la salud pública expuestos en esta epidemia de COVID-19 ilustran más que nunca la necesidad de mejorar el sistema de gestión de la salud y el sistema de gobernanza urbana. Los objetivos importantes que deben lograrse en el rápido proceso de urbanización en China incluyen el fortalecimiento de la resiliencia urbana, la mejora de la capacidad de gobernanza urbana y la modernización de la política pública de las megaciudades.


[1] Publicado en el libro COVID-19 and Cities: Experiences, Responses, and Uncertainties (COVID-19 y las Ciudades: Experiencias, Respuestas e Incertidumbres; eds. Dr. Miguel Montoya, Dr. Daniel Lemus, Dr. Johannes Rehner y Dra. Aleksandra Krstikj).

[2]  Del Institute of Population Research (IPR) at Fudan University, Shanghai, China